viernes, 3 de junio de 2016

La terracería de la vida y el chango mayordomo

Mi año empezó muy mal. En enero perdí mi empleo, lo cual causó que muchos de mis planes se desplomaran. Y aunque mis planes no son la gran cosa, el trabajo me gustaba y había alcanzado un punto de estabilidad que yo esperaba que durara un buen rato, tal vez incluso hasta la llegada del momento soñado en que por fin podría retirarme a vivir en una playa tropical, atendido por simios mayordomos/guardaespaldas que me sirvan gin-tonics y ahuyenten a los vendedores de baratijas.

El sueño.

El desequilibrio que sentí en los meses siguientes me recordó mucho al que tuve hace unos años, al finalizar mi última relación que podríamos llamar "formal": Un vacío muy grande, incertidumbre, síntomas de depresión. "¿Qué voy a hacer ahora?" La incertidumbre es lo que cala más. Esas situaciones son como ir por la carretera de la vida, tener que dar un volantazo y tomar una terracería que quién sabe a dónde te lleve.

Con suerte, aquí.

Desempleado y con tanto tiempo para pensar estupideces, me empecé a dar cuenta de que el paralelismo entre relaciones laborales y sentimentales no se detiene ahí, sino que sus ciclos son muy parecidos. Al menos para nosotros, los "godínez", que preferimos (o nos conformamos con, no vayamos ahí por ahora) ser contratados a cambio de un salario fijo. Fíjense:

Al principio, en realidad no sabes lo que quieres. Pero te encuentras con alguien que te gusta y a quien le gustas, te ilusionas, idealizas, y comienza una relación. Al principio todo es bonito y feliz, pero con el tiempo van saliendo detalles. Te das cuenta de que hay cosas que no te gustan, incluso algunas que no estás dispuesto a tolerar. Comienzan las inconformidades, los problemas, de pronto pesan más las cosas negativas que las positivas, hasta que todo termina tronando.

Te sientes vacío y aturdido, no sabes qué demonios pasó ni en qué momento se fue todo al carajo. Eventualmente lo superas, y si aprendes la lección, en el futuro buscarás a alguien que no tenga esas cosas que no puedes tolerar.

Después de repetir el proceso varias veces, sigues sin tener una idea 100% clara de lo que quieres, pero tu lista de cosas que no quieres va creciendo más y más, por lo que podríamos decir que te vas aproximando a una idea de qué quieres, por eliminación. Te das cuenta de que no existe la perfección, pero al menos puedes buscar a alguien cuyas chingaderas puedas tolerar, y que te tolere las tuyas.

"Meh. Al menos las quesadillas le quedan buenas."

Puedo leer estos últimos párrafos pensando en una relación sentimental o en una laboral. Esas cosas que no toleras pueden ser lo posesivo o lo controlador de una pareja, o la filosofía de trabajo o falta de prestaciones de un empleo. He visto muchos matrimonios terminar y destrozar a los dos, que creyeron que duraría para siempre, cuando sólo era una relación más, una por la que apostaron erróneamente y tal vez antes de tiempo. O personas que se niegan a dejar ir un trabajo, soportando toda clase de abusos, porque dónde diablos van a encontrar algo mejor. También he visto unos pocos casos excepcionales de personas con suerte, que aciertan a la primera y terminan toda la vida juntos con su amor de la prepa, o que se jubilan a los 50 años del empleo que tuvieron desde la adolescencia.

No sé. Es muy fácil decir todo esto desde una posición estable como la que tengo ahora que encontré un trabajo mucho mejor que el que tenía. Tal vez en diez años esté trabajando como peñabot y en una relación con alguien sólo porque también es amante de la naturaleza, fan de Tarantino y terriblemente solitaria, como yo. Uno nunca sabe. 

Es posible, pero es poco probable. ¿Saben por qué? Porque al final del día no necesito ninguna de las dos cosas. Sí, un empleo me da estabilidad, pero si llegara un momento en el que ya no pudiera conseguir uno, lo más seguro es que sobreviviría de alguna u otra manera.

En tu cara, pinche vida culera.

Lo mismo pasa con la pareja: Si eventualmente llega alguien, excelente, pero si no, no se necesita para estar uno bien, y hay que estar bien para cuando llegue ese alguien con quien tener una relación saludable, si es que llega.

La clave está ahí, en no dejar que nuestra vida o nuestra felicidad dependan de tener un empleo o una pareja. Incluso, muchas veces serás más feliz dando el volantazo voluntariamente, tomando la terracería un rato y mandándolos al carajo, sin olvidar nunca que tu objetivo último es tener simios mayordomos, con o sin pareja, con o sin empleo. Analizar, aprender y no volver a hacer las estupideces que ya cometiste. Reinventarse de vez en cuando no está nada mal. Este año va muy bien.

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