viernes, 17 de junio de 2016

Arqueólogo del futuro, esto es para ti

Antes de la invención del lenguaje, el único legado que podía uno dejar eran crías entrenadas para sobrevivir. Éramos como animalitos: Si queríamos preservar la especie, debíamos reproducirnos rápidamente y enseñarles a nuestros hijos cómo matar mamuts, antes de morirnos de una infección en el meñique o de resignarnos a nuestro lugar en un eslabón intermedio de la cadena alimenticia.

"Ñam."

Sabemos mucho sobre la humanidad de ese entonces gracias a los huesos y herramientas que hemos desenterrado; mas no sabemos nada de ellos como individuos, salvo que a algunos les gustaba el graffiti, y que unos pocos genios anónimos de entre millones en algún momento descubrieron cómo hacer fuego, inventaron la rueda, la prostitución y cosas así.

Con el lenguaje, nuestro legado colectivo se hizo mucho más poderoso: El conocimiento pudo ser transmitido oralmente de una generación a otra, y así podíamos indicar a las nuevas generaciones cuáles plantas eran alimenticias, cuáles venenosas, y cuáles les permitían platicar un rato con los dioses del bosque. Pero las historias de las personas transmitidas de esta manera suelen modificarse mucho con los siglos.

A veces, con los minutos.

Tampoco sabemos mucho sobre individuos específicos de ese entonces, salvo algunos nombres legendarios de héroes míticos que sobrevivieron hasta la siguiente gran invención: La escritura.

Con la escritura, cambió todo nuevamente. Pudimos plasmar y conservar sucesos, pensamientos y sentimientos de manera íntegra a través de siglos. Gracias a la escritura conocemos, con un nivel decente de detalle, las obras y hazañas de grandes pensadores, poetas y guerreros. Hay individuos que nos legaron tanta correspondencia, que además de su obra, conocemos hasta sus vidas personales. Y bueno, después de algunos milenios escribiendo, en la actualidad incluso nos damos el lujo de escribir basura, porque los grandes inventos no tienen ningún sentido si no puedes usarlos para estafar a la gente tarada.

Toma esto, Gutenberg.

En esta era de la información, prácticamente todo este legado ya está almacenado digitalmente y disponible desde los aparatos que traemos en la bolsa del pantalón.

Hoy, por primera vez en la historia de la humanidad, una cantidad inmensa de personas, incluso las que no hacemos nada relevante o interesante con nuestras vidas, dejamos un legado, más detallado que nunca. Ya no es necesario saber cazar, tener hijos, ni siquiera saber escribir; muchas veces hasta es un legado involuntario. El único requisito es contar con un dispositivo conectado a la internet. A estas alturas, el legado digital del Werevertumorro probablemente sea ya más amplio que el de Karl Marx.

Dentro de tres mil años, cuando hayamos colonizado la Vía Láctea y la Tierra sea un desierto radioactivo, abandonado y casi mítico, los arqueólogos querrán estudiar el albor de la era digital de la humanidad, almacenada en los servidores de Google que sobrevivieron a la guerra civil que estalló en la capital de la entonces naciente Confederación Interplanetaria en el año 2139.

Ahí encontrarán un legado abrumadoramente inmenso: Cada chiste que hayamos publicado en la Red, cada reflexión, cada correo electrónico, cada poema, cada foto, cada video, tus estados de cuenta, tu historial geográfico 24x7, tu blog pretencioso, tus dramas en línea, tus chats comprometedores, todo el porno que viste, un chingo de memes, y fotos tuyas con cara de perro.

"Sujeto MX001053746K: Kevin Godínez.
Diagnóstico: No me explico cómo hemos sobrevivido hasta el 5016.
Odio este trabajo."

O tal vez no. Pero por si acaso, me gustaría dejar el siguiente mensaje:

ARQUEÓLOGOS DEL FUTURO: NO DESESPEREN NI NOS JUZGUEN MUY SEVERAMENTE. ESTÁBAMOS MUY IMBÉCILES, PERO SEGURAMENTE USTEDES TAMPOCO SE SALVAN, PORQUE LO HUMANO NO SE LES VA A QUITAR. SI ESTÁN LEYENDO ESTO ES QUE SOBREVIVIMOS DE ALGUNA MANERA. A HUEVO. VAYAN Y EXPLOREN TODO EL MALDITO UNIVERSO. PUTOS TODOS.

viernes, 3 de junio de 2016

La terracería de la vida y el chango mayordomo

Mi año empezó muy mal. En enero perdí mi empleo, lo cual causó que muchos de mis planes se desplomaran. Y aunque mis planes no son la gran cosa, el trabajo me gustaba y había alcanzado un punto de estabilidad que yo esperaba que durara un buen rato, tal vez incluso hasta la llegada del momento soñado en que por fin podría retirarme a vivir en una playa tropical, atendido por simios mayordomos/guardaespaldas que me sirvan gin-tonics y ahuyenten a los vendedores de baratijas.

El sueño.

El desequilibrio que sentí en los meses siguientes me recordó mucho al que tuve hace unos años, al finalizar mi última relación que podríamos llamar "formal": Un vacío muy grande, incertidumbre, síntomas de depresión. "¿Qué voy a hacer ahora?" La incertidumbre es lo que cala más. Esas situaciones son como ir por la carretera de la vida, tener que dar un volantazo y tomar una terracería que quién sabe a dónde te lleve.

Con suerte, aquí.

Desempleado y con tanto tiempo para pensar estupideces, me empecé a dar cuenta de que el paralelismo entre relaciones laborales y sentimentales no se detiene ahí, sino que sus ciclos son muy parecidos. Al menos para nosotros, los "godínez", que preferimos (o nos conformamos con, no vayamos ahí por ahora) ser contratados a cambio de un salario fijo. Fíjense:

Al principio, en realidad no sabes lo que quieres. Pero te encuentras con alguien que te gusta y a quien le gustas, te ilusionas, idealizas, y comienza una relación. Al principio todo es bonito y feliz, pero con el tiempo van saliendo detalles. Te das cuenta de que hay cosas que no te gustan, incluso algunas que no estás dispuesto a tolerar. Comienzan las inconformidades, los problemas, de pronto pesan más las cosas negativas que las positivas, hasta que todo termina tronando.

Te sientes vacío y aturdido, no sabes qué demonios pasó ni en qué momento se fue todo al carajo. Eventualmente lo superas, y si aprendes la lección, en el futuro buscarás a alguien que no tenga esas cosas que no puedes tolerar.

Después de repetir el proceso varias veces, sigues sin tener una idea 100% clara de lo que quieres, pero tu lista de cosas que no quieres va creciendo más y más, por lo que podríamos decir que te vas aproximando a una idea de qué quieres, por eliminación. Te das cuenta de que no existe la perfección, pero al menos puedes buscar a alguien cuyas chingaderas puedas tolerar, y que te tolere las tuyas.

"Meh. Al menos las quesadillas le quedan buenas."

Puedo leer estos últimos párrafos pensando en una relación sentimental o en una laboral. Esas cosas que no toleras pueden ser lo posesivo o lo controlador de una pareja, o la filosofía de trabajo o falta de prestaciones de un empleo. He visto muchos matrimonios terminar y destrozar a los dos, que creyeron que duraría para siempre, cuando sólo era una relación más, una por la que apostaron erróneamente y tal vez antes de tiempo. O personas que se niegan a dejar ir un trabajo, soportando toda clase de abusos, porque dónde diablos van a encontrar algo mejor. También he visto unos pocos casos excepcionales de personas con suerte, que aciertan a la primera y terminan toda la vida juntos con su amor de la prepa, o que se jubilan a los 50 años del empleo que tuvieron desde la adolescencia.

No sé. Es muy fácil decir todo esto desde una posición estable como la que tengo ahora que encontré un trabajo mucho mejor que el que tenía. Tal vez en diez años esté trabajando como peñabot y en una relación con alguien sólo porque también es amante de la naturaleza, fan de Tarantino y terriblemente solitaria, como yo. Uno nunca sabe. 

Es posible, pero es poco probable. ¿Saben por qué? Porque al final del día no necesito ninguna de las dos cosas. Sí, un empleo me da estabilidad, pero si llegara un momento en el que ya no pudiera conseguir uno, lo más seguro es que sobreviviría de alguna u otra manera.

En tu cara, pinche vida culera.

Lo mismo pasa con la pareja: Si eventualmente llega alguien, excelente, pero si no, no se necesita para estar uno bien, y hay que estar bien para cuando llegue ese alguien con quien tener una relación saludable, si es que llega.

La clave está ahí, en no dejar que nuestra vida o nuestra felicidad dependan de tener un empleo o una pareja. Incluso, muchas veces serás más feliz dando el volantazo voluntariamente, tomando la terracería un rato y mandándolos al carajo, sin olvidar nunca que tu objetivo último es tener simios mayordomos, con o sin pareja, con o sin empleo. Analizar, aprender y no volver a hacer las estupideces que ya cometiste. Reinventarse de vez en cuando no está nada mal. Este año va muy bien.