viernes, 20 de mayo de 2016

Asadores gratis y vidas de plantilla

Recientemente recibí un correo de recursos humanos en el que preguntaban quiénes de mi departamento son padres, con el fin de ir comprando los regalos del día del padre. Según conversaciones que escuché por los pasillos, el año pasado todos ellos recibieron un asador.


"¡Felicidades! Lograste reproducirte, algo que sólo logra el
84% de los humanos."
Y aunque un asador es demasiado para mi pequeño departamento de 40m² sin patio, no pude evitar sentirme discriminado. Un asador no es poca cosa. Hasta estuve tentado a decir que tengo un par de hijos regados, de madres distintas, sólo para ver qué me dan de regalo.

“Tenga, buen hombre. Tantos reclamos deben tener a sus tímpanos
hechos una lástima.”
Y es que lo que la sociedad espera de alguien como yo (clasemediero de 35-40 años con educación universitaria, empleo decente, no tan feo y no tan tarado) es que tenga una esposa, una casa (con jardín, así como para poner un asador), un par de autos, de uno a tres perros y de uno a tres hijos. O al menos tres de esas cinco, lo que sea que demuestre que tiene uno ganas de ser normal; pero no cero de cinco, carajo.

Llega una edad en la que, si estás casado, todo está bien a ojos de la gente; pero si estás soltero, todo está mal. Es fácil distinguir cuándo llegas a ese punto: Si en determinado momento anunciaras que vas a tener un hijo y crees que la reacción de la gente sería de gusto y no de sorpresa, ya cruzaste la línea. A partir de ese momento, mientras no "sientes cabeza", estás mal.

De pronto, en las reuniones familiares te empiezan a preguntar tu edad y a echarte miradas interrogatorias que dicen: "Ok, sabes perfectamente qué quiero preguntarte. Si puedes, no me hagas decirlo, por favor, porque sé que es incorrecto, pero me gana la curiosidad." Si te haces el desentendido, finalmente preguntarán: "¿Y los chamacos?" El otro día, incluso facebook me puso publicidad de la prepa del Tec, para que mis hijos sean todos unos ganadores.

"¿Más de 35? A fuerzas tiene chamacos en edad
de entrar a la prepa. Además, caga dinero."
Combinando familia con facebook, el resultado es mayor que la suma de las partes. Cada que una amiga me etiqueta en una foto en Facebook, mis tías, madrinas y demás llegan en menos de dos minutos a poner comentarios como “Qué bien se ven juntos”, o “Qué feliz te ves”. Lo que yo leo en esos comentarios es: “Anímate, chica desconocida, es un buen partido y el pobrecito sigue solo. Ya tiene casi 40 y se le va a ir el tren, no seas acá y dile que sí. Igual y hasta tiene dinero para mandar a sus chamacos al Tec. Porque queremos chamacos pronto, ¿eh?”

Agreguemos a eso el hecho de que, por ser soltero, en la oficina te toca la guardia de vacaciones porque al cabo que no tienes familia para llevar a la playa, no te toca asador de regalo el día del padre porque reprodúcete o jódete, y el don que tiene en renta el departamento que quieres prefiere rentárselo a una familia, porque tú de seguro eres un desmadre.

Buena suerte cobrándoles a tiempo, tarado.
Me es evidente que existe discriminación contra los solteros sin hijos. Muy sutil y apenas significativa, pero si me preguntan, el trasfondo es algo muy similar a la postura de la iglesia católica respecto al matrimonio entre personas del mismo sexo: Si no te reproduces, no sirves. Tal vez yo lo siento más, por pertenecer probablemente al grupo demográfico menos discriminado de todos, que es el de los hombres adultos de piel nada oscura. O no sé. A lo mejor una chica divorciada y sin hijos lo sentiría más aún. En realidad, mi postura no es contra esta leve discriminación, sino contra lo que yo llamo "vida de plantilla", o "prefabricada".

Más me vale ir comprando mis palos de golf. Esas cosas son caras.
Y es que esa sutil discriminación no es nada comparada con la alternativa de tener familia y luego andar fantaseando con no tener las obligaciones que eso implica, con ser libre y poder gastar tu tiempo y tu dinero en ti mismo, y no poder hacerlo por tener que comprar pañales y pagar colegiaturas. Es un fenómeno que veo a diario. Gente que ansía no seguir el camino de la vida de plantilla, y sin embargo, lo hace.

Incluso, del otro lado, muchos solteros no lo estamos completamente por elección. A unos nos ha ido mal, otros nos hemos hecho más mamones selectivos con la edad, otros no nos hemos adaptado a las reglas del juego que han llegado a imponer las nuevas formas de comunicación.

1. No más llamadas, todo es por texto.
2. Sólo muestra el interés suficiente para que se dé cuenta de que te gusta,
pero no tanto como para que se asuste.
3. Deja sus mensajes en "visto" para hacerte el interesante.
4. Nada se habla, todo son indirectas por FB o Twitter.
5. ¿No te gustan estas reglas? Tú pierdes, y terminarás ahógandote en tu
propia inseguridad, preguntándote qué carajos hiciste mal.
Creo firmemente que casi nadie, ni con hijos, ni casado, ni soltero, tiene una idea clara de lo que quiere hacer con su vida. Las cosas no funcionan así. Mi hipótesis es que, conforme vas viviendo, vas dándote cuenta de cosas que NO quieres en tu vida, y así con el tiempo vas filtrando y se va aclarando un poco en tu cabeza la idea de lo que realmente quieres. Por ejemplo, podemos aplicar esta idea en las relaciones laborales y en las amorosas: Al principio no tienes idea y te agarras de lo primero que te agarre, pero cada relación te va enseñando cosas que no estás dispuesto a tolerar, y así poco a poco, por eliminación, se forma tu propia idea de qué SÍ quieres. Creo que la vida funciona igual.

El problema es que muchas veces, cuando esa idea de vida comienza a cobrar forma, ya cediste demasiado ante las presiones sociales y avanzaste demasiado en el camino de la vida de plantilla, y no te puedes salirte de ella sin afectar a otros, muchas veces siendo esos otros tus propios hijos, que son lo que más quiere uno en el mundo. Dicen, yo no puedo saberlo.

Así como hay gente que tiene a sus chamacos, y con sólo verlos casi puedes decir que nacieron para criar niños, hay muchos otros a quienes de plano no se les da. A otros tal vez se nos da, pero simplemente no queremos.

Juzgar a unos y regalarles un asador a otros por cosas asuntos que tal vez ni ellos decidieron, o quisieron, o estuvieron siquiera bajo su control, se me hace el resultado estúpido de un sistema de reglas y estándares sociales más estúpido aún. Creo que también se vale decir, "al carajo, yo mejor juego a otra cosa."

Otra cosa.
Estoy convencido de que vivir fuera de la plantilla es su propia recompensa.