martes, 27 de noviembre de 2012

El mejillón, la cigarra y el vikingo

Vivo a unas cuantas calles del cruce de dos de las avenidas principales de la ciudad. Como es común en estos casos, hay un gran paso a desnivel construído, con un puente por encima y un túnel por debajo. Y como es común en estos casos, hay vagabundos que habitan debajo del puente. Verlos pasar frío en invierno, apenas cubiertos por cartones y periódicos, es algo muy triste.

Cuando visité Escandinavia, una de las cosas que más me llamó la atención es que no hay vagabundos. ¿Y cómo demonios va a haberlos, con los inviernos de 40°C bajo cero que tienen por aquellas latitudes? Si vives en la calle, te mueres, punto.

Ni que fueran vikingos, o algo así.

Comencé a establecer una relación entre el carácter de la gente y el clima en el que viven. Y es que, por lo general (y más allá de los estereotipos), las personas de los países fríos son más disciplinados, serios y calculadores, mientras que las de los países cálidos somos más laxos, despreocupados, de sangre liviana. Más o menos las mismas características aplican a los gobiernos después de todo, los gobernantes también son personas, aunque se esfuercen constantemente por demostrar lo contrario.

Así, en muchos países de inviernos moderados, la pobreza extrema es tolerable porque, aunque la gente viva en la calle, sobrevive de una u otra forma. Viven en la calle y "trabajan" en ella; se mojan en temporada de lluvias y pasan frío en invierno, pero no se mueren. Incluso tienen un fin práctico bastante conveniente: Mantener a la clase media (la que hace todo el trabajo y paga todos los impuestos) asustada y trabajando, so pena de terminar bajo un puente.

En los países con inviernos severos, como los escandinavos, la pobreza extrema no es algo tolerable, porque la gente no sobreviviría. Así, el gobierno tiene programas de asistencia social, donde si no tienes trabajo, ellos te mantienen y te alcanza para vivir, aunque sea modestamente. Al mismo tiempo, esto es posible gracias a que la misma gente es responsable y no adopta una actitud de "pues no voy a trabajar y que me mantenga el gobierno". Esto es gracias a que la gente tiene un buen nivel de educación, lo cual es posible gracias a un gobierno eficiente, compuesto por personas trabajadoras que se encargan de la buena inversión de los impuestos, y así sucesivamente, en un círculo virtuoso. Todo esto, producto de haber tenido que organizarse de manera eficiente desde los albores de la civilización para poder sobrevivir.

No estoy diciendo que los gobiernos de otros países sean perfectos; el ser humano es egoísta por naturaleza y siempre habrá corrupción en cualquier gobierno. Pero me llama la atención que (con sus excepciones y altibajos, claro), mientras más cercano esté un país a algún polo, más eficiente es su gobierno y mayor es su nivel de vida. En América, EUA y Canadá tienen un nivel de vida es más alto que México; Argentina y Chile, mejor que Colombia o Bolivia. En África, los países más desarrollados están al norte y al sur, casualmente alejados del Ecuador. Incluso en la misma Europa, los países con costa en el Mediterráneo, además de estar varios de ellos en crisis económica, tienen un nivel de vida inferior al de Finlandia o Noruega, que tienen territorios más allá del círculo polar. En Islandia, más al norte que el resto, se ha desarrollado una sociedad con un nivel de civilización tal, que los ciudadanos pueden de hecho quitar gobiernos que incurran en prácticas que no le sean convenientes a toda la población.

Recientemente me topé con un mapa indicador del nivel de desarrollo humano por país, la cual es una estadística compuesta que mezcla esperanza de vida, nivel de educación, ingresos monetarios y otros factores (datos del 2011), el cual concuerda con mi tonta hipótesis:

Verde: Bien.
Rojo: Mal.
Negro: Desarrollo es algo malo, ¿no? O sea: DESnutrición, DESempleo, DESarrollo.

En cierta ocasión, fui con amigos a acampar a una playa semivirgen; era enero, y algo de sol siempre cae bien en invierno. Había unos peñascos cerca de la playa, y nadamos hasta ellos, para entonces darnos cuenta de que estaban completamente cubiertos por mejillones. Recolectamos varias decenas de ellos, los llevamos al campamento, y nos dimos un festín con un soberbio ceviche de mejillón. A medio invierno.

No pude evitar pensar en los humanos primitivos de los lugares con climas fríos, organizándose para todos juntos construir refugios y recolectar suficiente comida para medio sobrevivir al invierno, mientras que en los que vivían en climas tropicales sólo tenían que estirar el brazo, tomar la comida disponible en la temporada en turno, y continuar la fiesta. Esto, trasladado al mundo contemporáneo, da como resultado sociedades civilizadas y eficientes de individuos generalmente "fríos" pero racionales y trabajadores, contra sociedades pintorescas y tradicionalistas de individuos generalmente "cálidos" pero perezosos y conformistas.

Es como en la fábula de la hormiga y la cigarra; o al menos, como debería ser si de pronto nos pusiéramos un poco realistas:

- ¡Tú, saltamontes perezoso! ¿Por qué no estás almacenando comida? ¿Acaso no sabes que ya viene el invierno?
(Eso último me recordó a la serie de Juego de Tronos, seguramente la hormiga es una Stark).

- ¡Por supuesto que lo sé! Sólo que los huevos de mi especie sobreviven al invierno, así que pasé el verano poniendo cientos de ellos. Mi gloriosa progenie emergerá con el primer atisbo de la primavera para ALIMENTARSE. Lo que realmente deberías estar preguntándome, es dónde carajos obtuve este pequeño violín.

La caricatura cobra un tinte aún más irónico si nos ponemos a ver que es precisamente en los países más cálidos y menos desarrollados donde los índices de aumento de población son mayores.

Recuerdo que en años pasados, la temporada de frío propiamente dicho empezaba aquí en México hasta finales de año; mientras que este año, empezó desde principios de noviembre. Eso es un claro indicio de que estamos jodiendo el clima cada vez más. ¿Y por qué? Pues porque ni nuestros neoliberales gobiernos ni a nuestra laxa gente les importa nada que no sea el dinero, y el cuidado del medio ambiente pasa a tener una de las últimas fichas en la larga lista de prioridades de ambos.

De seguir así las cosas (y podemos estar seguros de que así será, por lo menos los próximos seis años), el año que viene estaremos sintiendo un frío considerable ya para septiembre. En pocos años, con suerte durante el sexenio que comienza, los puentes proporcionarán cobijo insuficiente y todos los vagabundos estarán en riesgo de morir de frío, y entonces el gobierno se verá obligado a iniciar programas de asistencia social iguales a los de los países escandinavos para que la gente ya no se muera, iniciando así el círculo virtuoso que llevará a México a ser un país desarrollado. Definitivamente nuestro neoliberal gobierno y nuestra gente bonita, trabajando juntos, nos llevarán al Primer Mundo. Nuestros gobernantes son unos visionarios, sí señor.

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